viernes, 16 de abril de 2010

Las Buenas Consciencias

Muchachos, los invito a leer un pequeño poema de Julio, entre los últimos en Papeles Inesperados, que me parece un Mojón en la Ruta que lleva a la Nueva Cosa que hagamos. Añadí en el documento, además de eso, algunas respuestas de correo que habían quedado fuera. Y agrego yo ahora que me entusiasma de sobremanera pensar en las Posibilidades de la Forma (que no es más que el Contenido) que la Nueva Cosa tendrá, por ejemplo, poder nuclear aquellos amigos y aquellos bastiones que hemos desperdigado a lo largo de este tiempo. Pienso por ejemplo, en una performance en vivo en Córdoba, un fin de semana perdido dentro de la Temporada que planifiquemos. Y así...

Sos así: inteligente, clara, refinada,
vivís en armonía con las gentes, las cosas y las plantas
que has elegido despaciosamente,
rechazando sin ruido lo que quebraba el ritmo diurno,
la calma de tus noches.
Eso no significa que ignores este caos,
este fragor de sangre que llaman siglo veinte.
Al contrario, seguís muy de cerca
cosas como el racismo, el apartheid y las trasnacionales,
la sangre en Argentina y Chile y Paraguay y etcétera.
Cada tarde a las seis comprás Le Monde
y te indignás sinceramente
porque todo es violencia, violación y mentira
en Dublín en Beirut en Santiago en Bangkok.
Y después cuando vienen Paulita y Juan y Pepe
les explicás con té y tostadas que esto no puede ser,
que cómo puede ser que esto sea así, y la mesa
se llena de protestas democráticas,
de migas humanísticas y Derechos Humanos (cf. Unesco).
Todos están de acuerdo, y todos sienten
que están del justo lado, que hay que aplastar a Pinochet,
pero curiosamente
ni ellos ni vos han hecho nunca nada
para ayudar (digamos, dieron plata, se solidarizaron
algunos con las campañas periodísticas),
porque les lleva lo mejor del tiempo
aplastar al fascismo con perfectas razones silogísticas
y sentimientos impecables.
Es evidente que leer Le Monde
es ya un combate frente a los que leen el Figaro.
Lo importante es saber dónde está la verdad
y repetirlo y repetirlo cada día
a los mismos amigos en el mismo café.
Casi una militancia o poco menos,
casi un peligro porque en una de ésas
te oye un fascista y ahí nomás te fichan.
Oh, querida, ya es tarde,
andá a dormir pero antes, claro,
las últimas noticias. Mataron a
a Orlando Letelier. Qué horror, verdad.
Esto no puede ser, esta violencia
tiene que terminar.
(Suena el teléfono, es Paulita
que acaba de enterarse.)
Da gusto ver
cómo vos y tu gente participan
de la historia.
Vas a dormir tan mal, verdad, mejor quedarse oyendo música
hasta que venga el sueño de los justos.

Julio Cortázar

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