domingo, 8 de marzo de 2009

Lo detesta con toda su alma

Lo detesta con toda su alma. Cada vez que ella pasa, él se las ingenia para tocarle el culo sin que nadie lo vea. Sabe que ella no dirá nada, sabe del niño, sabe de la cobardía del padre –de quien nada más se sabe-, sabe lo difícil que es para una chica como ella conseguir un trabajo decente, sabe de la opción horrorosa que tiene, porque él mismo frecuenta los cabarets. Ella lo detesta con toda su alma. Al principio pensaba que debía estar agradecida por el trabajo, pero ahora está cansada de que le toque el culo una y otra vez. No es por el hecho en sí mismo, ha estado con hombres aún más desagradables que él, es por la forma en que lo hace, degradándola, recordándole a cada momento su condición de madre soltera con bajos recursos sin derecho a esperar nada de la vida. En su interior se esconde una leona dormida y esta tarde no ha quedado casi nadie en la oficina. Como cada día, sube al entrepiso a buscar los utensilios para empezar a limpiar y se sobresalta por un murmullo lejano. Se asoma a la baranda, mira hacia abajo y ve la detestable cabeza calva que habla por teléfono. No ha quedado casi nadie en la oficina. De hecho, no ha quedado nadie más que ellos dos, y él no puede verla parada justo encima de su cabeza, detestándolo, ni tampoco alcanza a ver el pesado armario ni a escuchar el estrépito.

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