Estiró poco a poco el brazo y lo dejó caer sobre las sábanas, en aquel espacio vacío que no esperaba encontrar.
-Mi amor, ¿adónde vas tan temprano? Volvé a la cama, dale –murmuró entre sueños.
Por la mañana, mientras preparaba café, recordó el episodio, divertido y espantado. No se podía quejar, pensó. Mientras muchos dormían solos, él pasaba cada noche con la muerte y con la ausencia.
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